La torrija es uno de los dulces caseros más extendidos por España y Europa y recibe multitud de nombres. Pero tiene orígenes ciertos, que os vamos a contar, ligeramente. Podéis comer una torrija mientras lo leéis para ver qué maravilla tenemos entre manos ahora mismo.
Lo primero es decir que este dulce tan asociado aquí y ahora al tiempo de Cuaresma y a la Semana Santa antes estaba asociado (como dice su nombre en Baleares) a las parturientas, dado que al ir empapadas en leche (de lo que se come se cría…) favorecía la producción de la misma en los días posteriores al parto.
Pero no adelantemos acontecimientos.
Aparecen (obviamente no con ese nombre) mencionadas ya en la antigua Roma, por parte de un especialista en gastronomía de la época, que daba una receta tal que:
“Toma buenos panecillos de mosto africanos, sin corteza, y ponlos en leche. Cuando estén remojados mételos en el horno sin que se sequen. Sácalos calientes, pínchalos y úntalos con miel para que empape. Espolvorea con pimienta y sirve”.
Toma ya. Con pimienta. Tenía que estar para sacar lagrimones como puños. Pero es que los gustos cambian y varían mucho.
De hecho el dulce, tal como lo conocemos hoy, tanto en su variante de vino como la de leche, era muy distinto. Para empezar en la Edad Media, por ejemplo, no había tanta disposición de leche de vaca y era más predilecta la de burra y la de cabra, siendo, de todas maneras, preferentes las torrijas o «torrejas» hechas con vino, por aquello de que duraban mucho más.
Sí coinciden, entonces, en que el pan que se usaba era pan duro, dado que en Cuaresma como según la tradición no se puede consumir carne por aquello del ayuno, el pan se comía menos y el que hubiera comprado se ponía duro. Así pues se reblandecía empapándolas en vino o leche y se seguía el procedimiento que suele, huevos, freír, miel… y atiborrarse.
Como hemos dicho, hay muchas variantes y tradiciones, se pueden hacer con moscatel o con leche, con vino de jerez o sal (lo cual es altamente sacrílego) y ya si entramos en las divergencias culturales, en toda Europa y Latinoamérica se prodigan estas especialidades con distintas preparaciones y en distintas temporadas, desde Navidad a Cuaresma, y con muchos y muy distintos nombres. Entre ellos las «estorrejas» mexicanas, torrejas en Guatemala, Argentina y Uruguay, y los más impronunciables arme ritter alemanes, las pofesen austríacas, fotzelschnitten suizas y otros muchos nombres, algunos de los cuales parecen maldiciones a nuestros ojos y oídos para un dulce tan delicioso.
Mientras tanto, disfrutad vuestras torrijas.
En Panaderías Hermanos Martos somos fieles a las recetas tradicionales y las presentamos con azúcar y con miel desde nuestro obrador artesano. ¡Ven a por las tuyas!
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